alfajor en falta: un blog pensado para hacer de la distancia algo virtual.

21 de agosto de 2010

Fotos

Querida gente: finalmente, y luego de mucho desearlo, nos compramos una cámara de fotos como la gente. Y anduve sacando algunas fotos por ahí. Todas estas fotos tienen entre dos y diez días. Apreciaría opiniones, ya que entre autores y lectores (si queda alguno) hay más de un profesional del rubro. Encuadres, colores, exposiciones, focos, ustedes dirán.
Edit: Las fotos son links a mas o menos 40 fotos en total.

Ciudadanas. Algunos pedacitos de la vida urbana.


Industria. Fotos en Troy, NY y en el puerto de Albany, NY.


Olvido. Ya nadie piensa en estas cosas, pero igual siguen ahí.


Personajes. Esos personajes con los que uno se encuentra por ahí.

Close encounters of the exotic kind

Quizás no debería haber dejado pasar tanto tiempo. Tres semanas es demasiado. Las sensaciones no son frescas, el shock ya pasó. Ahora lo que pueda describir será la imagen a través del filtro inevitable del análisis crítico. No es necesariamente algo malo, pero le va a faltar ese asombro, esa mirada atónita de quien ha sido completamente superado.
Todo comenzó en un festejo de cumpleaños. Un restaurant a la vera de un lago. Una cena en un deck del lado incorrecto de la ruta, pero aún así con vista al dichoso lago. De la cena no hay mucho para contar en este momento, una reunión amena, una comida aceptable, etc. Lo importante de la noche fue un folleto. Un papel amarillo, doblado en tres, en el cual podían leerse en letras rojas y azules (en qué otros colores irían a escribir algo por acá) “The Saratoga County Fair”. Nada que llame realmente la atención de Bibi, una feria de pueblo, si no fuera que un poquito más abajo se leía “Close Encounters of the Exotic Kind”. Claramente, el folleto estaba pidiendo a gritos ser leído. Sonrisa cínica mediante, Bibi se puso a leérmelo.

Brian Ruth es un Master of the Chain Saw. Rosaire hace carreras de cerdos. Sylvia Markson es ventrílocua. Esto se ponía interesante, pero al día siguiente, un domingo, era el último día de la feria. No necesitamos de mucho convencimiento mutuo para decidirnos a presenciar el evento.
Al mediodía siguiente, entonces, agarramos la cámara de fotos y manejamos una media hora para llegar a la feria. Ya estábamos sobre aviso: es la diversión red neck. Y no nos habían mentido! El estacionamiento era un barrial lleno de camionetas tan grandes que nuestro civic parecía del tamaño de una zanellita y familias de obesos mórbidos pululaban entre los autos a los gritos.
Entramos, aún, sin saber a qué. Dimos una vuelta a lo que nos pareció un mundo paralelo, una subrealidad que rayaba lo grotesco y que encontramos hilarante. Encontré que las papas fritas las vendían en baldecitos, ya no platos o conos. Y compré uno, claro, no vaya a ser que algún xenófobo nos viera sin las papas fritas y se diera cuenta que no habíamos votado por McCain y Palin en 2008...Y vimos en el programa que nos dieron a la entrada que Brian empezaba en ese momento, así que para ahí enfilamos. Resulta que el Master of the Chain Saw es un artista, un maestro de la motosierra! Agarra pedazos de madera y los va cortando con distintas motosierras de variados calibres dando formas de águilas, jirafas y vaya uno a recordar qué más. Sus esculturas como se imaginarán tienen una expresión, una profundidad, una belleza tal que compiten hasta con los gatos dorados que mueven la mano en el barrio chino. No le voy a negar la habilidad al muchacho: que es hábil, es hábil. Ahora, si me preguntan por qué hace algo así, ya la respuesta se me hace bastante más difícil de encontrar...
Cuando ya nos dolía la vergüenza de seguir mirando, buscamos nuevos rumbos. ¿Y qué mejor que enfilar para el escenario donde se desarrollaba la competición de talentos locales? Mis disculpas si sigo intercalando preguntas, pero: ¿ustedes creían que el tap era ese baile raro con el fin de hacer ruido con los pies, y que sólo era posible observar en algunas películas muy viejas? Yo sí, y no podía estar más equivocado. Es cierto, es ese baile raro cuyo objetivo es hacer ruido con los pies; pero es mucho más fácil de observar, lamentablemente. En los diez minutos que nos la pasamos frente al escenario (y tengo pruebas fehacientes del hecho), tres grupos distintos de nenas de entre ocho y doce años, vestidas como prostitutas de Constitución, bailaron cualquier tipo de música, haciendo descoordinadamente ruido con las suelas metálicas de sus calzados. El primer grupo fue triste; el segundo, ya era irritante; el tercero daba ya demasiada vergüenza ajena, no por las nenas, sino por los padres que las enviaron ahí a hacer tamaño ridículo. Un ridículo encima tan poco original. Luego una chica de unos quince años se puso a cantar, notablemente bien para lo que venía viendo. Espero que haya ganado, aunque realmente lo dudo. Cuando ya nos estábamos yendo, dos chicas se pusieron a hacer pasos de ballet, saltitos incluídos. Claro, eso no sería nada terrible si no fuera por el tremendo sobrepeso que ambas tenían. La imagen era tan triste que ni se me ocurrió filmarlas. Una pena, tenía la pasta para ser un video viral en youtube.
En otro momento quizás hablaré finalmente de los encuentros cercanos, que terminó siendo un circo con dos tigres y un león (que parece que cumplían el rol de “exóticos”), o de la señora que vendía ollas. Si, de ella me voy a ocupar algún otro día; me la pasé pensando en ella, pero prefiero disecar el asunto por separado. Pasamos por los típicos juegos de feria en los que uno nunca gana nada, y también había vacas, cabras y otros animales de granjas, había un sitio para rezar un ratito si querías, un barbudo con un kilt, vaya uno a saber por qué, el wildlife museum que no era otra cosa que cabezas de animales de caza embalsamados, en fin, un sinnúmero de atracciones. Pero el momento de la atracción mayor se acercaba, y decidimos hacernos de unos buenos lugares temprano. Acopiamos comida chatarra y enfilamos para el Demolition Derby.
Que ustedes, al igual que nosotros hasta hace tres semanas, no tendrán la más mínima idea de qué se trata. Alguna vez habrán escuchado decir, o habrán dicho, directamente, que en el país del norte se despilfarran los recursos, ¿no? Bueno, este es uno de los mejores ejemplos. Imagínense un circo romano, con Nerón regalando al pueblo una lucha de gladiadores y repartiendo panes a la tribuna. Eso es exactamente el Demolition Derby. Sólo que los gladiadiores no usan espadas, lanzas y redes: usan autos. Se sube cada uno a un auto, y se entran a dar masa entre ellos, hasta que sólo un auto siga andando. Si, les juro que no les estoy mintiendo. La diversión es ver autos chocar. Todos contra todos, hasta que estén tan destruídos que ya no los pueden hacer andar. Hasta tienen un tractor para llevarse el resto de los autos al final. Y la plebe gritando Uhhh! Ohhhh! Ahhhh! con cada tortazo. Y comiendo, y bebiendo, claro. Nadie tira los panes ahora, pero están los puestitos a la salida. Una versión un poco más moderna y bastante más mercantilista de lo mismo. ¿Para qué regalar el pan si se pueden privatizar los puestitos de venta???
Ya al final, y casi sin fuerzas para seguir, presenciamos las carreras de cerdos. Porque se ve que la gente las encuentra interesantes. O divertidas. O algo. Nosotros, por lo pronto, nos seguíamos preguntanto “¿por qué?” “¿por qué?”