alfajor en falta: un blog pensado para hacer de la distancia algo virtual.

31 de enero de 2010

Como para ir entendiendo un poquito. O no.

Les dejo un link que prueba que hasta algunos gringos tienen sus shocks culturales en USA mismo. Algunas de las imágenes son imperdibles. Además, una vez que leés el link no podés dejar de entrar...

http://whatwaswrongwithus.com/

17 de enero de 2010

De jugos y cafés

Hoy recordaba ese post acerca de los vasitos de papel. Y me acordaba justamente muy cerca de aquel pueblito en donde generé mi teoría.

Pero esta vez no hay teoría.

Resulta que estaba haciendo un poco de tiempo en un museo (Mass MoCA, por si a alguno le interesa) ya que Bibi y su mamá habían entrado a ver las exposiciones. Dos motivos hicieron que me quedara afuera: un importante dolor de cabeza, y que ya había visto la gran mayoría de lo que estaba en exposición. Suficiente.

Voy al barcito del museo, que en realidad son mesas puestas en un área del lobby (todo el museo es una gran fábrica reciclada, por lo que las áreas son grandes y encima hay varios pabellones). Nadie te va a venir a atender, eso casi no existe, al menos si querés un café. Tenés que ir vos al mostrador y pedírtelo. Ahí noté, con gran sorpresa, que vendían jugos exprimidos. Realmente EXPRIMIDOS! Es la primera vez en casi cinco años que estoy por acá que veo a alguien exprimiendo una naranja. Yo ya pensaba que era un arte perdido. Por supuesto, me pedí uno. Era chiquito, pero también barato, así que no me quejo. En vasito de plástico, por supuesto.

Además, me quería pedir un café. No sé si conté en el otro post que acá al expreso (perdón, 'eSpresso', si no no te entienden) lo hacen muy concentrado, casi casi un ristretto. Demasiado, para mi gusto. Al principio, traté de hacerle entender a la gente ('barista', perdón de nuevo, cómo se nota que no estudié para el examen de acreditación de cliente de Starbucks) que dejara correr un poquito más el agua de la máquina de café, como para que se diluya un poco, que salga más largo y más liviano. No tuve éxito. Para ser sincero, una sola vez, desde que estoy acá, me entendieron. Si no, llegan a hacer cualquier cosa (como decirte: "Un poco más de agua? Seguro!" y ver cómo le ponen agua de la canilla, juro que me pasó). Así que terminé desistiendo y tomando ese café más corto y concentrado. Si no puedes contra ellos, ¿no?. El punto es que en el menú de este barcito al que venía haciendo referencia, al lado del 'espresso' estaba escrito 'americano'. Yo, estaba feliz, difícilmente podía creer que iba a tener las dos cosas en un mismo día, un café decente y un jugo exprimido. Antes de pedirlo, por supuesto, confirmé que el 'americano' es un 'espresso' más diluído. Es más, me mostró un vasito (de papel, por supuesto) y me preguntó hasta dónde lo quería de agua. ¿Qué más podía pedir? Le marqué la mitad del vasito (era más o menos grande, pero lo había pedido con dos 'shots', es decir, café doble) y me dediqué a sonreir. Hasta que ví cómo la mina hizo el café, sacó el vasito, se fué hasta un termo, y le agregó agua caliente hasta la mitad del vasito. ¿Qué mierda tiene la gente en la cabeza? ¿Alguien me puede decir con sinceridad por qué carajo no inventan el implante de cerebro?

una secuela

Es notable cómo han cambiado las formas. Yo llegué inclusive a usar una máquina de escribir, aunque sólo apenas. Lo que sí usé y mucho fue el papel y la birome.
Ahora ya no. Si pienso en escribir algo, prendo la laptop. Claro que papeles y biromes sigo teniendo, lo que no tengo es un uso para ellos. Ya ni siquiera me quedo yo los textos. Los voy escribiendo en ese eter ignoto que algunos llaman web 2.0, o quizás the cloud, convirtiéndome poco a poco en una especie de Batou del subdesarrollo, viviendo en la realidad por supuesto pero también al mismo tiempo en ese ambiente virtual al que nos estamos acostumbrando tanto. Si tan sólo pudiera pensar las palabras sin tipearlas, por ahí me acercaría un poco más a sus formas. Pero para eso falta. Falta que las formas sigan cambiando.

Por ahí se me haga costumbre esto de volver a escribir. El otro día pensaba que ya nadie leía este rincón. Hoy ya sé que sigue habiendo un incondicional. Y, como es difícil encontrar incondicionales hoy en día, creo que merece al menos un pequeño homenaje y algún que otro texto.

El estilo, creo que no cambió. Lo que escribo sigue siendo esa sucesión de párrafos a los que hay que buscarle un hilo conductor. No digo que el hilo no esté, sino que no es tan obvio. No es algo buscado, no. Es más bien consecuencia de la franqueza con la que escribo lo que se me viene a la cabeza. Si tuviera que filtrarlo todo, ordenarlo de forma lógica y empaquetarlo prolijito me aburriría enseguida. Como no soy un tipo de esos que rompe las pelotas a los de alrededor para que le lean, me lo permito. Si alguien tiene interés en leer eso, que lo haga. Si no, puede evitarse el trauma tranquilo, que yo no pregunto.

Autoexamen? Crítica introspectiva? El texto anterior y más todavía éste tienen ese tonito. Por supuesto que si llegara a alguna conclusión más allá de mi estilo literario, ni las preguntas ni las respuestas serían publicadas en un blog. Ni en ningún otro lado.

Pero acá estamos para lo que sí puedo (quiero) escribir. Y en este caso parece que estoy escribiendo una introducción a una nueva tanda de textos, que pueden o no aparecer. Uno nunca sabe cómo puede venir la mano. Para los delirios, el prólogo lo armé mucho tiempo después de haber escrito el texto y, si no me equivoco, aún después de haber transcripto todo a un formato digital. En este caso, claro, arranqué digital, no vaya a ser cosa.

Entonces puedo decir que esos textos aún no escritos representan una etapa nueva de mi vida (a falta de alguna otra obviedad), a un Ale más maduro (que siempre queda mejor que decir viejo), a una persona a la que el escepticismo le jugó una mala pasada. O puedo decir que no habrá que buscarle un significado al conjunto de una obra no realizada, que si bien que cada parte de ella podrá ser un atisbo, un pedacito de algo mucho más grande, no necesariamente todas las partes serán pedacitos de un mismo algo. O que son ciclotimias, que carajo, y venir a buscarle otros significados.

10 de enero de 2010

Para que alguien, quien sea, abra este cajón

Y, si, es más o menos así, cuando ya nadie lo espera, cuando ya probablemente nadie vaya a leer esto, se me ocurre escribir algo. Quizás es por haberme puesto a leer las historias de trenes, y porque no viajo en ellos. Quizás porque extraño el vínculo, o quizás sólo porque estoy aburrido, no lo sé. Escribir sabiendo que seguramente nadie me lea me deja una sensación dual, de liberación y de desencanto simultáneos.

¿Qué es lo que quiero escribir? ¿Qué tengo para decir? No lo sé realmente, no lo tengo para nada claro. Esta noche era más bien una necesidad de comunicar. Algo que en otra época habría hecho en un pedazo de papel que terminaría escondido en algún cajón, hoy es un draft en google docs próximo a ser publicado en un blog al que ya nadie lee. Lo esconderé en un rincón de la web al que nadie ya revisa. Tantos años y nada realmente cambió.

Pero en el fondo no es tan cierto, hay una sensación que podría llegar a describir como la pequeña y fugitiva esperanza de que alguien termine leyendo esto, como si estuviera escondiendo un texto en algún cajón que tarde o temprano se abrirá. No sé cuándo pueda ser, ni siquiera si me enteraré cuando eso ocurra.

Al fin y al cabo, mis escritos, los pocos que sobrevivieron al tacho de basura, han sido leídos al menos por una persona más. Eso fué hace tiempo y cuando estaba orgulloso de ellos. Claro que hoy por hoy me parecerían tremendamente ingenuos. Toscos, quizás, y eso que hace años que no los releo. Debería tal vez hacerlo, para recordar cómo era yo hace veinte años.

Quién te dice que no es al revés, que me volví tosco (ingenuo no creo) con los años, que en esa época escribía verdades y hoy sólo idioteces. A los textos de quince a veinte años atrás los había llamado "Delirios". Hoy por hoy, a lo que escribo lo podría catalogar como "Ciclotimias" ¿Por qué no? Si aguanto una media horita más escribiendo terminaré diciendo que seguramente me vaya a leer medio mundo, pero que tengo la esperanza de que no lo vea nadie... ¡Y entonces quizás no lo publique nunca! Planear lo que pueda suceder en los próximos treinta minutos es pedir demasiado. Sobre todo porque ya se siente el ciclo descendente. Al mandarme a escribir se vé que estaba en la cima, uno nunca sabe cuándo es el momento en que se deja de subir, para empezar a bajar. Como tampoco sabe si ya se llegó al valle o no. Manejar los ánimos como subido a la super 8 volante. Al menos esa no se daba vuelta y no te quedabas boca abajo. Imaginate.

Releo, releo, releo, escribo y leo y releo. Y trato de entender por qué empecé a escribir. Sigo tratando, sigo sin saber. Y me lo pregunto desde el principio ¿Por qué? ¿Para qué? Y lo que es peor, ¿qué?

La media hora ya pasó y tanto no cambié. Sigo pensando en lo que más arriba describí como una fugitiva esperanza. Específicamente, me quedé pensando en por qué había la había descripto como fugitiva. Lo de pequeña y lo de esperanza es fácil. Pero fugitiva. Será porque no logro definirla del todo, porque se esconde justo ahí en ese umbral de la conciencia en el que podés saber que una idea está, pero no describirla del todo. Porque cada vez que creo que estoy a punto de entenderla, desaparece.

¿A quién engaño? ¿Quién puede creer que esto es un texto interesante? ¿Quién puede pensar que tengo algo útil para decir? A mí, claro, me estoy engañando a mí. Si nadie más va a leer esto. (Pero... -dice mi fugitiva esperanza- quizás, alguien...)

Claro que me engaño. Si releo y releo es para incrementar un ego que le encanta pensar que lo que acabo de escribir es maravilloso. Que con estas líneas me gané un lugar entre los grandes, blablabla. Narcisismo, delirios de grandeza, ¿delirios? No, si yo terminé con esos hace tanto tiempo. Ahora son ciclotimias, ¿te acordás? O quizás a éste lo ponga en un catálogo nuevo, esquizofrenias. Si no, ¿cómo te explico que mientras comparo estas líneas con Camus o Hesse, pienso que no es más que una cagada de las tantas que escribí siempre? ¿Cómo te explico que me dirijo a vos si creo que nadie más va a leer esto?